Les voy a decir una cosa. Cualquier otro 25 de julio, en esta ciudad, que se llama Santiago de Compostela, tantos siglos de historia a sus espaldas, cualquier otro 25 de julio el sonido del día habría sido el del bullicio, el de la fiesta. Los peregrinos, los turistas, los gallegos que trabajan fuera y vienen a celebrar el apóstol, los vecinos de esta ciudad yendo y viniendo.
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